viernes, 11 de diciembre de 2009

Balneario y jardines de Jabalcuz, por Reyes y Estefanía


El Balneario y los jardines de Jabalcuz son un complejo compuesto por un lado de baños termales y por otro de jardines situados en el cerro de Jabalcuz, a unos 6 kilómetros de la ciudad de Jaén (Andalucía). Lugar histórico denominado como Bien de Interés Cultural declarado el 14 de Julio del año 2009.

Desde principios del siglo XVII se tiene constancia de la existencia de los baños termales en Jabalcuz. En el año 1781 se decidió fusionarlos a la ciudad de Jaén a través de una carretera, que sería la clave de varias actuaciones por parte de los cabildos municipal y catedralicio.

El decano Martínez de Mazas, que fue el principal impulsor de la urbanización de la zona, ordenó construir una plazoleta con viviendas para los bañistas y una ermita en honor a los Santos Cosme y Damián. La etapa de mayor auge económico del balneario comprende desde las últimas décadas del siglo XIX hasta la primera mitad del XX.

En 1925 Antonio Flórez Urdapilleta, que fue el arquitecto autor de la Residencia de Estudiantes de Madrid, redactó para el propietario (el ministro José del Prado y Palacio), un gran proyecto de ampliación y reforma, con la edificación de varios inmuebles con la intención de modernizar el paraje, esto se cumplió solo en parte, pues nunca llegó a terminarse.

Los jardines, ligados al balneario, siendo diseñados por Cecilio Rodríguez Cuevas, e inaugurados.
Los jardines de Jabalcuz y el balneario tienen grandes valores arquitectónicos y artísticos, de autores de gran prestigio académico, social, paisajísticos y botánicos. (Estando vinculados todos ellos a la historia de Jaén).

Las investigaciones de Mª Teresa López Arandia dieron lugar a las primeras noticias sobre las aguas termales de Jabalcuz las cuales se remontan al 13 de julio de 1594.

La historia de la evolución urbana de la zona como lugar de ocio de la ciudad de Jaén comienza en el año 1781 cuando el Ayuntamiento construye una amplia carretera que fusiona la ciudad al paraje desde el Puente de Santa Ana (en la actual Glorieta Lola Torres).

Este camino, que correspondía con una antigua cañada real, transitaba desde el salto de agua llamado ojo de buey siguiendo el curso del arroyo del Balneario por la zona de Valparaíso.

Balneario y jardines de Jabalcuz

El cabildo catedralicio, bajo el amparo del Deán Martínez de Mazas, lleva a cabo la construcción del camino para realizar un gran proyecto con la intención de ennoblecer el balneario de Jabalcuz. El canónigo Francisco Jerez adquirió una importante herencia eclesiástica, convirtiéndose así en el principal escenario de las actuaciones.

Levantando así seis casas preparada con todas las comodidades para los bañistas más aventajados económicamente al lado de una ermita en honor a los Santos Cosme y Damián. Las edificicaciones, ofrecen vistas a una plazoleta. Fernando María del Prado propuso la compra de parte de las edificaciones para construir un albergue cercano a los baños. El municipio proporciona al balneario dirección médica y dos años después lo adapta al régimen sanitario nacional de la época. Para esto, tuvieron que reformas las instalaciones.

Se levantó también una residencia para médicos y bañeros en la plaza principal.

En el año 1870 se subastó el balneario. Fue adjudicado para Manuel Fernández Villalta. En el año 1884 se reforma y acondiciona en su totalidad el edificio balneario.

El nuevo edificio -que en gran parte es el que se conserva en la actualidad- es de mampostería con planta en forma de U. Consta de dos plantas más, la baja para los baños y las superiores destinadas a fonda. En la acualidad, enfoscado en cal, originalmente estaba aplacado en piedra y la parte superior en ladrillo. Mediante una pasarela, se conectaban la primera planta de hospedería con un edificio cercano, que tenia como fin actuar como casino y servicio de correos y telégrafos, funcionando solo en los meses de verano.

Con esta nueva imagen en la Exposición Universal de Barcelona de 1888, sus aguas mineromedicinales recibieron la medalla de plata.


Plano de situación del balneario (Serafín de Alcázar, finales del siglo XVIII).

Durante el siglo XX Jabalcuz asiste a la cancelación de varios proyectos, como la construcción de un tranvía eléctrico que lo uniría con Jaén, o el gran estudio de reforma en 1925 de Antonio Flórez Urdapilleta -de claro estilo centroeuropeo y que pretendía la proyección internacional de Jabalcuz-, del cual sólo llegarían a materializarse los jardines de Jerez y un casino-restaurante anejo gracias a su construcción anterior.

Los jardines, estuvieron diseñados de la mano de Cecilio Rodríguez Cuevas, se disponen desde la carretera y la plaza donde se encuentran las casas gemelas hasta los baños de Jerez. La organización de los jardines consta de cuatro terrazas siendo la última de ellas la mayor en la cual se ubica el paseo central. Dichas terrazas están comunicadas por una escalera de varios tramos. De cada una de estas terrazas surgen senderos, algunos de ellos adornados con pérgolas que se rodean de vegetación, que nos llevan hasta lugares de descanso. En la segunda terraza encontramos un depósito para el riego. Accedemos al paseo inferior mediante una escalera de doble tramo junto a una gruta artificial de rocalla rodeada de hiedra de la que surgirá un manto de agua.

Para concluir, al final del paseo hay un bosque centenario de pinar que pertenece a la Casería de Jerez pudiéndose acceder por un sendero por el que se llega a una cascada con amplio estanque. La época de mayor explendor se da durante las décadas de 1930 y 1940, sobre todo para la burguesía. Durante la Guerra Civil, se construyó un lugar de refugio para escolares, más tarde en diciembre de 1937 se dispuso como escuela rural, unida a una nueva iglesia. Ambas construcciones, iglesia y escuela ocuparon el terreno de lo que eran las antiguas viviendas de Jabalcuz paralelas al edificio del balneario.



La actividad se mantuvo durante la década de los 1950, dirigida especialmente a bañistas de Jaén atraídos por ofertas turísticas y culturales. En 1972 fallecieron la marquesa de Blanco-Hermoso, Ana Josefa Mariscal y Tirado, quienes vivían en la casería de Nuestro Padre Jesús. Entonces en el año 1982 los que eran sus herederos, siendo conocedores de la decadencia la vendieron a una empresa promotora.

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